La esencia del Ninjutsu, que debería ser la de todas las artes marciales, es la autoprotección y la preparación para enfrentar la adversidad, lo que le otorga una importancia trascendental en épocas de inseguridad y violencia.
Frente al avance de agresiones de todo tipo el Ninjutsu conforma el más depurado concepto de protección personal.
El arte del Ninja no sólo se ocupa de la protección del cuerpo físico sino también de la armonía de la mente y el espíritu, formando individuos íntegros y fuertes aptos para la lucha existencial.
El practicante de Ninjutsu debe someterse a un depurado entrenamiento físico y mental que lo capacita para enfrentar la vida de manera calma y segura, a la vez que elimina toda agresividad compulsiva generada por los miedos latentes, propios de casi todo individuo. Sin esta depuración, la habilidad en la defensa personal, que debería provocar una sensación de seguridad y paz interior, sería causa de una deformación de la personalidad. Los tortuosos caminos de la competición, (el ninjutsu forma parte de las artes marciales no-competitivas) sumado al cultivo de la vanidad, conducen al practicante lejos del equilibrio y la serenidad, acabando, eventualmente, con sus más puros deseos de auto-superación.
Para transitar sin riesgo por estos senderos, el aspirante debe caminar libre de la influencia del ego y las ambiciones desmedidas. Sólo así tendrá posibilidades de realizar el fin último y más logrado de todo buscador: la mayor perfección a la que el ser humano puede acceder.
No es mucho lo que puede decirse del Ninjutsu ya que este no se aprende intelectualmente sino que se practica. No hay aprendizaje válido si no se aplica.
Escritor y periodista. Músico y artista plástico. Sensei de Ninjutsu. Director de Canon Magazine, Canon Conservatorio y Bonsai Center Argentina.